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El poder curativo del Mandala

El símbolo del círculo ha sido y es considerado una de las formas geométricas más sagradas de la Divinidad. En el orden metafísico representa el cosmos, la unidad y la integridad. Por eso, podemos encontrarlo tanto en las religiones occidentales como en las orientales.

Aunque no nos demos cuenta, los mandalas están presentes en nuestra vida ordinaria. Estamos rodeados de ellos. Cortemos alguna fruta por la mitad, una naranja, un kiwi, una mandarina y veremos un dibujo que refleja un mandala. Los anillos circulares de los árboles, las caras de los girasoles y otras muchas flores similares, las conchas marinas con sus bellas espirales. Todos con un centro y a su alrededor formas geométricas. Pero sin duda, el mandala por excelencia elegido por todas la culturas para representar a la Divinidad ha sido el Sol, el centro de nuestro universo y a su alrededor los planetas.

En algunas culturas, como en la tibetana, el mandala simboliza la iluminación. Los indios americanos lo utilizaban como un espacio para sus ceremonias de curación, y lo llamaban la «rueda de la medicina» y el «círculo de la vida».

La palabra «mandala» proviene del sánscrito, y su transcripción contiene un doble significado: «círculo» y «centro». Cada mandala empieza construyéndose alrededor de un centro. El centro del mandala representaría nuestro interior más profundo, y el círculo que lo rodea el mundo exterior o el entorno que nos rodea y nuestra manera de percibirlo.

El arte de crear mandalas se utiliza en todo el mundo como instrumento terapéutico y para fomentar la auto-expresión y el desarrollo tanto espiritual como personal. De hecho, el famoso psicoanalista C. Jung, consideraba que el mandala, al representar la totalidad de la persona, podía ayudar a sacar a la luz el inconsciente (el centro del mandala), hacia el consciente (el círculo del mándala).

Crear un mandala es un acto curativo, y también simbólico, pues refleja lo que somos. Los colores que usamos a medida que lo dibujamos permite a nuestro yo interior expresarse a medida que vamos trabajando en él. A través de la intuición, dejamos fluir la creatividad y con ella nuestros verdaderos sentimientos.

En eso consiste la terapia, en permitir soltarnos y dejar salir todo lo que se sienta en ese momento. No se trata simplemente hacer mandalas en serie, porque lo importante no es terminarlos, sino el proceso de crearlos. Al fin y al cabo, tal proceso representa un momento de su vida, un momento real y transparente de quién se es realmente. Este es propósito final del arte del mandala, ni más ni menos.

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Mandala 3 vía: universomandalas