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¿Cual es el sentido de la reencarnación?

Hasta que apareció la física cuántica y, en especial una rama de científicos que se han atrevido a adentrarse en los dominios de lo intangible, del dominio de los espiritual, podemos decir por fin que ciencia y alma no son incompatibles.

Es la física cuántica la que nos dice que todo el Universo está compuesto de energía. Nuestros cuerpos, nuestra mente, nuestros pensamientos, nuestras sensaciones… Así que ¿por qué negar que espíritu y alma existen? Y si la energía nunca se destruye, sino que se transforme o se acoge a otras formas, ¿por qué descartar la reencarnación?

La creencia en la reencarnación es antiquísima. Nace en los albores de la raza humana. Es la doctrina en común en muchas culturas tales como el budismo y el hinduismo, por citar las más conocidas, y, aunque la ciencia clásica jamás la ha admitido ni siquiera como posibilidad, cada día tiene más seguidores.

Cuando hablamos de reencarnación, nos estamos refiriendo al acto de renacer en otro cuerpo después de que nuestro cuerpo físico haya muerto. La parte de nosotros que se reencarna es nuestra parte espiritual, esa energía que siempre permanece, nuestra alma liberada o espíritu. El hombre, en realidad, no es su cuerpo, porque éste envejece y muere ( en el mejor de los casos), tampoco son sus ideas, porque éstas cambian con el tiempo. Pero hay algo que sí permanece. La parte de nosotros que se reencarna es nuestra parte espiritual, esa energía que siempre permanece, nuestra alma liberada o espíritu, y que conforma su verdadera identidad.

La cuestión es: ¿Para qué sirve la reencarnación?, ¿con qué propósito esa ida y venida del mundo espiritual al mundo terrenal?

En el principio, las almas se limitaban a existir en el ámbito de lo espiritual. Fue con el propósito de tener un conocimiento más profundo y completo del mundo material y, lo más importante, la misión de impulsar a los mundos inferiores, en este caso al nuestro, y ayudarlo a enmendar sus errores, por el que descendieron al ámbito de la materia. La reencarnación fue el método elegido para que los espíritus inferiores pudieran hacerlo.

Así que la razón principal es que la reencarnación ofrece al alma la oportunidad de renacer una y otra vez hasta que haya aprendido y cumplido con su meta , que es volver al sitio al que pertenece. Este deseo de volver es debido, precisamente a que esas almas, originariamente, son de origen divino. No renunciaron a volver cuando vinieron. Pero esto sólo puede conseguirse al alcanzar una naturaleza similar al alma original, es decir, un estado en el que el amor incondicional, la modestia, la generosidad sin condiciones, la honestidad consigo mismo y todas aquellas virtudes la acerquen a lo divino.

Los seres humanos aprendemos, a través de las sucesivas reencarnaciones, que la meta final es aprovecharnos de la experiencia para expandir nuestra conciencia tanto como nos lo permita el plano físico. El hombre está dotado de conciencia y tiene la capacidad de crecer y de desarrollar potencialidades distintas cada vez que vuelve a encarnarse. Esa es la manera en la que el ser humano aprecia más todo aquello que es realmente importante, como la verdad y el amor. Cuando las más altas cualidades de la persona se unen y es capaz de sentir que forma parte de un todo, ya está listo para que su alma regrese a su verdadero hogar.

Al contrario de lo que se suele pensar, una encarnación, aunque puede formar parte de un karma, no tiene por qué ser un castigo ni ser obligatoria. La inmensa mayoría de veces es de forma voluntaria. Tal vez quiera aprender algo, o tal vez quiera ayudar a alguien o a un grupo o comunidad en particular.

Estudiosos que investigan las llamadas ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte) nos hablan de un proceso que se inicia nada más morir. Este proceso se describe como una especie de película de nuestra vida que pasa, a gran velocidad, delante de nuestros ojos. La teoría de la reencarnación nos dice que este paso sirve para examinar nuestros aciertos y errores y decidir si queremos volver o no para rectificar los últimos.

Por otra parte, una cuestión que se preguntan muchas personas cuando debaten sobre la reencarnación es el por qué no nos acordamos de nuestras vidas anteriores. Porque lo lógico sería acordarnos, ¿verdad?.

Explicaciones hay muchas. De hecho, parece ser que cada persona tiene la suya. Pero indagando he consultado textos hindúes, para mí los más aclaratorios. Según estos textos, cuando el alma reencarnada decide volver a la Tierra y con el fin de que pueda tomar decisiones de manera objetiva, ha de empezar partiendo de cero. Es decir, sus recuerdos y experiencias son “borrados” mientras está encarnado en forma humana. De lo contrario, toda esa información afectaría a su comportamiento y a su vida.

Finalmente, existen algunos individuos que dicen estar por encima de las cosas materiales, que afirman que son tan espirituales que se sienten incómodos en este mundo y que eso es señal de su vida actual es su última reencarnación. Y no es así, porque lo que realmente distingue a la persona que está en ese último paso es que se siente a gusto y en paz en cualquier sitio, porque sabe que todo es ilusión. Lo físico y lo espiritual tienen el mismo valor, uno nos lleva a lo otro y viceversa. Si desprecias alguno de los dos, tienes un problema y mucho que aprender.

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