Campos de energía, el poder de lo que no se ve
Todos poseemos una cierta energía, originada por nuestras emociones, sentimientos y pensamientos. Esta energía es distinta y única en cada individuo. De igual modo que somos diferentes los unos de los otros en cuanto a cómo sentimos y cómo pensamos.
Esta energía individual puede llegar a ser capaz de influir en la de otros, si se tiene la suficiente fuerza. Comparemos lo que he dicho con las ondas que se forman en un gran estanque cuando arrojamos una piedra. Cuanta mayor fuerza usemos para lanzarla y mayor sea su tamaño, mayor será su efecto en el agua, provocando ondas que se expandirán con mucha más fuerza y abarcando más superficie.
Así actúa la energía de algunos. Esto podría ayudarnos a entender por qué nos sentimos cómodos o incómodos, tranquilos o tensos, seguros o asustados, ante determinadas personas (las conozcamos o no). No es ni más ni menos que la energía que emiten. Así también comprenderíamos cómo hay individuos capaces de someter a otros a su voluntad, o, por el contrario y en el sentido más positivo, ayudarlos a crecer y a evolucionar. Seguro que alguna vez habréis oído esa frase que reza «Hay personas que te dan la paz y otras que te la quitan«.
El conocimiento de estas energías no sólo es importante para nuestro bienestar psicológico, sino también físico. Si nos damos cuenta de que tenemos al lado a alguien que, de alguna forma, bloquea nuestro ser o entorpece nuestra evolución, ya sea intencionadamente o no, debemos actuar al respecto.
Sí. Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero se hace necesario aprender a poner barreras y a usar ciertos filtros para que no quedemos anegados por energías ajenas a nosotros, y más aún si son negativas.
Pero…¿Cómo se hace?. Por lo general, el pensamiento precede a la emoción. Si en algún momento nos vienen a la mente pensamientos ajenos a aquello que nos ocupa en es momento, es clara señal de que no son nuestros. Con las emociones pasa igual. Si estamos tranquilos y relajados y, de pronto y sin venir a cuento, nos invade una sensación de agobio, de ansiedad y de intranquilidad, es obvio que nos han «invadido» y que alguna fuente externa está haciendo de las suyas. El caso contrario también vale, es decir, que sin venir a cuento pasemos de la tristeza a la euforia sin sentido (descartando, por supuesto, el trastorno bipolar).
La técnica a seguir es sencilla y consiste en usar una técnica de visualización simple. Imaginémonos a nosotros mismos, a nuestra energía, como si fuera un gran espejo. Este espejo va a reflejar todo aquello que venga del exterior. Empezaremos a notar como todas aquellas energías ajenas a nosotros se quedan fuera y dejan de intentar entrar en nuestro campo. Las que provienen de nuestro interior volverán a integrarse dentro del espejo, una vez que nos hayan «desvelado» su mensaje.
No sólo nos afecta la energía de los otros. Algunos lugares y espacios determinados están impregnados de una gran cantidad de sentimientos y pensamientos en forma de energía que, por algún motivo, han quedado atrapados allí. Todos hemos notado alguna vez al entrar en una casa, o en cualquier otro recinto o lugar, determinadas sensaciones. La concentración energética es tan poderosa que nos afecta, tanto en sentido negativo como positivo.
En resumen, tras este mundo material y tridimensional, tras el velo de La Sacerdotisa, existe otro mundo de energía multidimensional que forma parte del Universo. Como seres humanos, tenemos la posibilidad, y yo diría casi el deber, de investigarlo. Tal vez sea la forma de acceder a un mayor conocimiento de nosotros mismos y de nuestras infinitas posibilidades.
Foto Vía: peacefulprosperity.com
