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El Karma, gran maestro

Tomando literalmente el significado de la palabra «karma» resulta ser «acción». Pero su sentido va más allá. Al igual que en la Física, y según descubrió Newton, para cada acción hay una reacción igual y opuesta, el Karma establece un postulado similar, pero a un nivel más metafísico, según el cual todo acto emocional, mental o físico que es proyectado hacia el exterior es devuelto a uno mismo con la misma fuerza e intensidad.

Las creencias kármicas dicen que nuestros actos en esta vida influyen en el futuro renacimiento, o posteriores vidas, de nuestra alma. Este ciclo de muertes y renacimientos continúa hasta que el alma consigue alcanzar la perfección y se une al Creador.

Según los antiguos yoguis, existen tres categorías dentro del Karma:

Sanchita karma: corresponde a todo el pasado kármico sin resolver.

Prarabdha: es el karma que se está viviendo en el momento presente.

Kriyamana: es el karma que se está creando en el presente y que influirá en nuestro futuro.

Al contrario de lo que mucho desconocedores del tema creen, Dios, el Ser Supremo, Fuerza Cósmica o como queramos llamarlo, no determina lo que hacemos con nuestra vida. Somos nosotros quienes creamos nuestro propio destino. Cada alma es libre de vivir como quiera. Lo único que limita esa libertad es el Karma. Nosotros creamos nuestra experiencias y con ellas aprendemos y crecemos, ya sea mediante la alegría o mediante el sufrimiento.

Carl G. Jung dijo que todo sucede por alguna razón, aunque no la conozcamos y que no es necesario conocerlas todas. La actitud más sabia es la de aceptar que todo está bien tal como está, que los acontecimientos son los que deben acontecer, que todo es perfecto de algún modo. Juzgarnos a nosotros mismos y a lo que sucede a nuestro alrededor no ayuda en absoluto.

Nuestra existencia es el conjunto de los karmas positivos y negativos, de aquellos que creamos continuamente y de aquellos que vamos solucionando y de los que vamos dejando pendientes por el camino. Es la ley del cosmos. Ahora bien, esta ley también nos dice que no surgirá ninguna situación kármica que no seamos capaces de resolver por medio del amor, la sabiduría y la compresión.

En todas y cada una de nuestras vidas hemos experimentado formas diferentes: hombre y mujer, príncipe y mendigo, asesino y sanador, negro, blanco, oriental e indio, cristiano, musulmán, budista y ateo. Así es como nuestra alma va ganando en experiencia y evolucionando hacia la perfección.

La psique guarda una gran cantidad de recuerdos. Algunos de ellos tan intensos que quedan grabados en la memoria celular.

Un ejemplo sería lo que conocemos como «Culpa«. Debido a su fuerte impronta en nuestro subconsciente pasa de generación en generación hasta que, en algún momento un individuo se da cuenta de que su comportamiento está dominado por un sentimiento que no es realmente suyo, sino que viene de más atrás. Quizás alguno de sus antepasados no fue capaz de superar alguna situación y eso quedó pendiente. Es entonces cuando se tiene la oportunidad de resolverlo y librarse de esta carga kármica en el futuro. De hecho la Culpa es uno de los sentimientos más autodestructivos y comunes con los que cargamos.

Foto Vía: hubpages.com